La relación entre ambos nació tras un partido del Barça en Oviedo el 1 de septiembre de 1996. El equipo blaugrana ganó por 4-2 y al término del choque, Guardiola se dirigió a la caseta azulona deseoso de conocer a Lillo. Desde entonces se ha mantenido una estrecha relación. Pep siempre se ha mostrado ansioso de empaparse de los conocimientos del tolosarra. Por ello, intercaló sus temporadas en Qatar con unas semanas de entrenamientos en el Ciudad de Murcia y Terrassa, donde Lillo seguía con su carrera en Segunda División A. Guardiola no tuvo suficiente con estas sesiones y no quería colgar las botas sin disfrutar del vasco como entrenador. La ocasión surgió en 2005 y ambos coincidieron en los Dorados de Sinaloa.

En México pasaron mucho tiempo juntos y siguieron aprendiendo. Sobre todo, se quedaron enamorados de la nítida salida del balón de los conjuntos aztecas. Era la época en que Ricardo Lavolpe era el seleccionador de la ‘Tri’ y sus conceptos acabaron de perfilar la personalidad como entrenador de Guardiola. No es de extrañar que jugadores como Rafa Márquez, Gerard Piqué o Dmytro Chygrynskiy figuren entre sus preferencias. Pese a vivir en una ciudad con un alto grado de criminalidad y sufrir un más que sospechoso amaño de partidos que llevó al Dorados al descenso, ambos se enriquecieron de la experiencia. No pasaron miedo ya que, como dice Lillo, citando a su admirado Borges “los problemas inventados son muchos más que los reales”.
La salida del balón, el juego posicional y los marcajes en zona son algunos de los conceptos que Guardiola sigue del actual míster del Almería, pero sus valores humanos y la manera que tiene de llevar el vestuario también recuerdan mucho al estilo del de Santpedor. Es difícil encontrar un solo futbolista que hable mal de Lillo, ni tan siquiera los suplentes que habitualmente son los que reciben mayores explicaciones. “No soy de los que cree que el liderazgo haya de ejercerse desde el banquillo. El entrenador tiene que ser como Dios en todos partes y en ninguna visible”, dice para explicar su manera de entender el cargo. El jugador es el valor más preciado, por lo que “no se debe considera como un bote que hay que llenar, sino como una llama que hay que encender”.
Guardiola tiene a Lillo como una de sus referencias, pero es difícil determinar quien tiene mayor admiración hacia el otro. El vasco califica a Pep como “el mejor medio centro de la historia” y ello es el mejor halago que puede llevarse el de Santpedor, puesto que el entrenador del cuadro almeriense confiesa que “cada día me pregunto más...dime con qué medio centro andas y te diré qué equipo eres”.
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